Si hay una imagen que refleja a la perfección el esplendor de la vida es la de los veranos de infancia. La brisa limpia, transparente y marina, las caminatas por sendas de tablones entre dunas y cañaverales, la playa al fondo, con su manto de arena dorada y el perfume de cremas solares alborotando el aire. La redondez de la bahía, los chamizos filtrando tanta luz cegadora, las manos afanosas de las madres aplicando ungüentos, las olas frescas y el murmullo blanco de la espuma. Recuerdo aquellas mañanas calurosas, con un sol que escaldaba hombros con sus dardos, el gozo de adentrarse en el mar, bracear en el agua de un azul esmeralda y alejarse de la orilla donde el resto de los bañistas no pudiese llegar. Practicábamos aquellas travesías acuáticas, y allá a lo lejos, buceábamos durante un tiempo que parecía detenerse, mientras la sal lamía los cuerpos sanos, flexibles, incansables, dorados. No creo recordar sensación más grande de plenitud y libertad. Volvíamos pletóricos y exhaustos, mientras los más pequeños nos esperaban haciendo pozos y castillos en la orilla. Algún barquito cruzaba el horizonte con sus velas desplegadas y barrigudas, muy blancas. Entonces todo era dulce y luminoso, todo parecía perfecto. Luego las cosas se acaban y los cambios te anuncian etapas nuevas. Donde adormitaba el mar de dunas, por ejemplo, emerge ahora un paseo con balaustrada de piedra falsa y una ristra de locales en los que despachan chanclas y fritangas, y cuando cruzas esa playa, sea la estación que sea, crees que estás en invierno porque te invade la pena de lo que es irrecuperable.
Texto: Yasmina Díez (citandoAD)
dimarts, 27 de juliol del 2010
dilluns, 12 de juliol del 2010
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9 de la mañana, y por las puñeteras rendijas de la persiana entran esos luminosos y pequeños rayos de luz, que adornan la habitación con una luz tenue y dorada. Te levantas con algo de pereza y de calor, estamos ya en pleno verano, y hoy, a diferencia de tantos, no piensas que podría ser un gran día,estas sumergida en la monotonía a un alto nivel.
Sales de la habitación y vas por el pasillo con un movimiento tal pinguïno caminando y llegas a la cocina, donde desayunas a lo grande, unas miseras galleta y un vaso de zumo. Si ese desayuno que se repite todos los días y del que empiezas a estar algo asqueada. Sales de casa para hacer unos recados y al poco rato estas cargada de bolsas y andando bajo el sol de las 12 de la mañana, muriéndote de calor y pensando, como llevas haciéndolo toda mañana y parte de la noche anterior,en los dilemas y trilemas que se te presentan, en los problemas y los obstáculos de tu vida. Entonces todo te parece una mierda, pones esa cara de agobio depresión y hundimiento y sigues caminando, pero de repente ves una fuente, el agua brilla y da vida, trasmite serenidad y alegría, dejas las bolsas en el suelo,corres unos metros y estas dentro. Jugando como un niño en una mini piscina de plástico hinchable en cualquier balcón de la ciudad, y ríes, regalas una preciosa sonrisa y ahogas en ese agua todos los problemas. Entonces piensas, hoy puede ser un gran día.
Texto: Txell Mesa
Modelo: Yasmina Diez
Fotografía: Txell Mesa
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